El anecdotario de un librero en el Carrer de la Verge

Parecían evacuados de una catástrofe, tomándose de la mano, abrazándose de manera institucional, al parecer sin deseo de celebrar en la intimidad, o con el deseo mayor de hacerlo en los escenarios comunes y públicos donde fueron a hacerse ver y a mezclarse con sus pares.

A pedido del público (mi madre y un compañero del master al que veo poco), vuelve el anecdotario de un librero en el carrer de la verge. Y en esta ocasión no puedo ni quiero hablar de otra cosa más que del primer festival de literatura latinoamericana llevado a cabo en nuestra casa. En el techo de la librería todavía quedan marcas de los corchos de cava que el mismísimo Jorge Herralde destapó con entusiasmo al finalizar su charla con Villalobos. O la mesa rota sobre la que Monica Ojeda y Julia Coria cayeron luego de saltar desde el balcón del segundo piso poco después de la última canción interpretada por el dúo La Loba, quienes aún se encuentran detenidos en una comisaría de este distrito. La Guardia Urbana, aunque no estaba en la lista de invitados, también se unió a la celebración. “Llegamos por una denuncia de ruidos molestos y al final nos quedamos en la fiesta”. Habrá alguna multa pero bien habrá valido la pena.
Para la segunda edición pensamos alquilar una gran tienda blanca que cubra no solo el carrer de la verge sino parte del Raval, desde la Rambla de Sant Antoni hasta Riera Baixa. Stephen King, aunque desde luego no nació en Latinoamérica, ya confirmó su presencia. Y también Olga Tokarczuk, de nacionalidad polaca pero le damos pasaporte latinoamericano porque queremos mucho a Gombrowicz. Llevo la medalla y un vodka casero de manzana, nos escribió ayer por correo. Al igual que este año, no pensamos cobrar entrada para las charlas de escritores ni para los talleres. Por eso les pedimos que cada tanto pasen por Lata peinada y compren un libro.

¿Alguien sabe si alquilan el Camp Nou?