Anecdotario de un librero en el Carrer de la Verge

Todos los viajes, todos mis viajes, son viajes de regreso

Aquí el librero, reportándose desde la ciudad de Buenos Aires.
Hace tiempo que no estaba en la ciudad en la que crecí. Desde que fui a Barcelona para abrir la librería para la que hoy escribo este anecdotario inconstante.

No es mentira que a la distancia uno suele ver las cosas con mayor claridad. En estos días, por primera vez en mi vida, tengo la seguridad de ser una persona que vive en otro lado, alguien que está de visita en su país. Es como tener dos casas y me gusta esta sensación. Ahora me doy cuenta de las ganas que tengo de vivir allá. Pero no se trata de Barcelona, aunque un poco sí, sino de tener una pertenencia, un lugar al que me den ganas de ir todos los días (menos los domingos).
Hoy pienso: si la librería estuviese en Buenos Aires posiblemente querría estar acá. Aunque por otra parte, cuando con Paula pensamos en este proyecto nuestros corazones apuntaron bien rápido a la ciudad condal. Creo que esa fue la búsqueda de un segundo hogar, que no es sólo Barcelona, es el Raval, que no es sólo el Raval, es una calle media escondida, es un local antiguo que hace varios meses se convirtió en una librería de literatura de acá, de nuestros vecinos, de nuestro país, de nuestro continente.
Es que cuando uno tiene dos casas siempre se deja algo que antes solía estar en la otra. Así, dejamos libros para todos ustedes.