El jardín de al lado: comentario sobre el documental “Pepe Donoso”

El jardín de al lado

 

Por Camilo Arancibia.

 

Es como una invasión extranjera, alienígena, no sé cómo se dice.

 Aprovechen de racionar las comidas

Vamos a tener que disminuir nuestros privilegios

 y compartir con los demás

Cecilia Morel (actual Primera Dama chilena)

 

Es 1975 en Chile y noviembre aparece luminoso en la cámara de Carlos Flores del Pino. Una verja blanca interminable da paso a un jardín multicolor, muy cuidado, donde se encuentra el escritor José Donoso impoluto y listo para hablar de su vida y de su proceso de creación. El documental se titulará “Pepe Donoso” y será estrenado en 1977.

Nos adentramos en la intimidad del chileno como quien accede a un mundo extraño, pero reconocible. Allí están todos los monstruos que pueblan sus novelas: las casas derruidas de la aristocracia, los antepasados omnipresentes, la servidumbre siempre presta y un Donoso particularmente expresivo y confesional.

Un rasgo de este notable archivo es que muestra al chileno en su entorno más cercano que, en sus palabras, siempre ha considerado un espacio asfixiante.

Lo vemos dialogar con su padre y la escena parece la de un adolescente ajustando cuentas: que si él siempre fue la oveja negra de la familia, que si a su padre nunca le gustó su dedicación a la literatura, que si mejor no hubiera estudiado medicina, etc. Digamos: una carta al padre redactada a la ligera, sobre todo y considerando que el hombre, ya mayor, niega sorprendido las afirmaciones. Pero el narrador sigue ahí, afirmando con la cabeza, como si nada de lo que escuchara fuera real.

En su literatura los espacios son espesos, las sexualidades confinadas, las identidades tapiadas. Hay algo que tiene a Donoso siempre buscando una puerta de salida. Como si su vida se hubiera convertido en un imbunche.

Vemos a Donoso hablar de lo que significa para él (un aristócrata) ser un marginal, tener al arte como único medio de subsistencia, ser rechazado por los demás.

¿Cómo salir de esa clausura?

Se desliza por zonas interiores cada vez más complejas en busca de una respuesta, hasta que a propósito de la relación patrón-sirviente (muy frecuente en su obra), nos muestra su momento de iluminación. Para hablar de ese vínculo, debe realizar una clasificación previa. Como si se tratara de un ciudadano de la polis griega, divide los menesteres de la vida entre aquellos que son nobles y los que son simples. En relación a los primeros encontramos la lectura, la escritura y los buenos modales en la mesa que vienen otorgados por su madre. En cuanto a los segundos, se reducen a la limpieza de su cuerpo (baños diarios, cambio de ropa, etc). Estos son brindados por el personal permanente que vive con ellos. Aquella institución chilena de “la nana”: “La criada que me tuvo en sus brazos al nacer”.

La estética de la escena preludia la epifanía: en primer plano a la izquierda vemos a Donoso hablando en un cuarto oscuro de la casa que posee una ventana atrás y, a través de ella, al fondo, vemos a una vieja empleada, encorvada y de pelo cano que riega y riega el jardín. Es inquietante cómo brilla su figura mientras el sol candente de la época reina a sus anchas. Parece un fantasma a punto de ser abducida por los rayos.

Cada palabra que sale de la boca de Donoso se percibe como masticada, hecha y contrahecha, pulida obsesivamente, como si se tratara del arte de disponer los cubiertos en la mesa. Unas detrás de otras las palabras van produciendo párrafos interminables que, en varias ocasiones, hacen que la cámara lo deje hablando solo, en un soliloquio monótono.

Ello hasta que el documentalista ya no puede dejar de fascinarse con lo que dice. El escritor chileno, uno de los mejores novelistas del país, explica que “las nanas” lo pusieron en contacto con algo que él desconocía. En ese momento comienza a relatar una ida a la playa en su adolescencia donde, a bordo de un coche, chocó y mató a un vagabundo borracho que venía por la carretera. Aclarándose la garganta, pero un poco confundido, relata que lo enterraron y lo llevaron a la comisaría. El tipo no portaba ningún papel que diera cuenta de alguna seña personal. “Era un ser vagabundo, sin nombre, sin identidad”. Donoso señala que esa noche duerme en la comisaría y al otro día vuelve a casa y le cuenta a su confidente, la “nana”, lo que le había sucedido. Él se sorprende de la reacción: por primera vez la ve llorar, a ella que, en sus palabras, era el “pilar de la casa”. Consternado, Donoso le pregunta por qué llora. Ella le dice: “Yo tenía un hermano que se llamaba Segundo y que salió a recorrer tierra cuando tenía 15 años y ya nunca he sabido más de él. Quizás ese hombre que uds. mataron ha sido mi hermano que ya no debe tener identidad”. El escritor, apretando su puño, dice que fue muy fuerte la emoción y “aclaró muchos puntos de mi vida”. Se dio cuenta que su “mundo mágico” era irreal y lo conectó con la vida exterior.

A la par, se dio cuenta que en su casa, plagada de abogados, médicos y literatos, nadie le había enseñado a su nana a leer o a escribir. Como una forma de salvar las distancias con ella, “a manera de saltar la reja”, dedica su primera novela “a Teresa Vergara que no sabe leer”.

 

Flores hace un zoom y se queda con la criada regando, concentrada en su labor.

De pronto, ésta mira fijo a la cámara.

 

Año: 1977

Director: Carlos Flores del Pino

Guion: Rodrigo Maturana, Carlos Olivarez

Duracion: 44 min

Link: http://www.cinetecavirtual.cl/fichapelicula.php?cod=146

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