Anecdotario de un librero

En Manual esplendoroso del librero, Giorgio Trefazio asegura que un buen librero debe cargar una linterna en todo momento, fumar con los clientes que fumen y tratar de hacer que los que no fuman, fumen.

Asegura, además, que el bigote es importante a la hora de recomendar libros porque ese detalle da cierta prestancia y hace que los lectores confíen en el librero. También los anteojos de leer ayudan al acercamiento con los clientes. No así las gafas de sol adentro del local.

Por el contrario, mascar chicle, peinarse el cabello hacia atrás y usar camisas de manga corta son costumbres malas para este tipo de negocios (librerías, editoriales, distribuidoras).

Trefazio: “hemos visto el amanecer desde el segundo piso de mi primera librería y hemos llorado. Éramos tres, ahora somos más y el horizonte quedó a nuestras espaldas. Pero no hace falta verlo para saberlo, si alguna vez soñé con una librería de tres pisos, me equivoqué, era una cadena con locales ubicados a pie de calle”.

Trefazio superpone los ángulos de ladrillo de su última adquisición Inmoboliaria en el barrio de Salamandra y se siente más feliz que nunca: “tengo bigote, fumo un atado de cigarrillos al día y no me apuro ni cuando me quieren robar. El deporte y este trabajo no son compatibles. Conocí al muchacho que trabaja en la librería Lata Peinada de Barcelona y me cayó más o menos bien, pero me dijo que hacía clases de boxeo y que cada tanto iba a la librería en bicicleta. Eso no puede ser ¿Qué pasó con el whisky? Ahora solo falta que estos pibes tomen mate cocido. Dejémonos de joder. Pero, ¿por qué te estaba contando esto?…

Manual esplendoroso del librero nos invita a reflexionar sobre este trabajo, que puede llegar a tener la misma importancia que ser alcalde de una isla en la que los ingleses nunca estuvieron.
Trefazio afirma que al igual que un músico de rock, para un librero no es fácil salir del trabajo y volver al mundo: ese estado de excitación no desaparece fácilmente; “lleva tiempo y vino para lograr que un rostro que no sea el de un cliente se nos venga a la cabeza. Recordamos cada conversación, cada recomendación de libro, al igual que los jugadores de fútbol deben de recordar sus goles. Bajar la persiana es como despedirse de un estadio repleto de gente para luego abandonar el escenario”.
Esa librería está muy bien, voy a volver, dice trefazio, quien por estos días viaja en sidecar por Sicilia llevando la literatura latinoamericana por los pueblos de la isla.
“Mi objetivo es recorrer todas las islas del mundo y después las capitales de África y Medio Oriente. Cuando empecé con esto desconocía la existencia de Lata Peinada.
¡Buona fortuna!”

Sei grande, Giorgio.
Gracias por tus palabras y por tu cariño.