A pedido del público comprado, vuelve la saga de Latinstein

Latinstein se acercó al editor de PRH con la intención de darle su manuscrito de poesía. Por suerte lo vi venir y lo intercepté antes de que llegara a su objetivo. Esta es la quinta vez que trata de darle sus poemas fotocopiados a un editor.

Le dije que no puede hacer eso, que los que trabajamos en esta librería no podemos molestar a los editores con nuestros textos, que tiene que escribirle a las editoriales como todo el mundo. Pero él insiste con que tenemos que aprovechar el hecho de tener una librería y en las presentaciones de libro prueba con todos.
Ayer, por primera vez, me animé a entrar a su cuarto y mientras roncaba me llevé las hojas para leer lo que escribe. Lo único que puedo decir es que al terminar el libro me dieron ganas de publicarlo con mi nombre. Es una cosa de locos, una mezcla de Vallejo, Parra y Neruda. Y claro, no sé cómo no me había dado cuenta, si Latinstein es justamente eso, un cruce de los mejores escritores latinoamericanos de todos los tiempos.
Su libro se llama Abracadabra Civil, que es una frase de Trilce, libro que probablemente no leyó pero que lleva en la sangre de sus manos.

Esta mañana lo invité a desayunar medialunas y un café con leche para decirle que de ahora en adelante tiene mi permiso para acercarse a todo aquel editor que vea. Eso sí, le aclaré, siempre y cuando digas que esos poemas los escribimos juntos.

Me parece que la idea no le gustó, pero me aproveché de sus problemas de comunicación y para distraerlo le pedí otro café. Sus poemas son tan buenos que cualquiera que se tome el tiempo de leerlos va a querer ofrecernos un contrato, y como Latinstein casi no habla y es torpe, todos van a pensar que soy el Lennon de la dupla.
Me da un poco de culpa, sí. Pero, después de todo, si yo no lo hubiera creado esos poemas no existirían. Además sospecho que en cualquier momento mi novia va a dejarme, y con estos versos de amor voy a poder reconquistarla. No sé estar solo.

Ya imagino la presentación en Lata Peinada: “gracias a todos los medios de prensa que se encuentran esta noche acá. Antes de empezar a hablar sobre mi obra quiero decirles que Latinstein, quien colaboró conmigo en uno de los cuarenta y cuatro poemas del libro, no pudo venir; no le gusta la gente y muchos menos los periodistas así que eligió quedarse en su casa comiendo dulce de membrillo. Ahora voy a leer todos los poemas de mi libro de atrás para adelante. Muchas gracias”.

Aplausos y flores.