Anecdotario de un librero

El madrileño

1- Latinstein visitó el museo Reina Sofía y apoyó la cara en el Guernica. Los guardias de la sala no se animaron a echarlo, pero llamaron a la Guardia Civil.

2-Se pagó la fianza y nuestro colaborador fue puesto en libertad. Quiero un best seller, fue lo primero que dijo al salir.

(El problema es que no quiere leer best sellers latinoamericanos. Una vez le acerqué una edición de tapa dura de Cien años de Soledad y se la comió como si fuera un tostado).

3-Fue a El Rastro. Cuando quiso comprarse una remera con la cara del Che Guevara y el tipo del puesto le dijo que no había talles para semejante grandote se puso a llorar en medio de la gente. Unas abuelas lo consolaron y le preguntaron si estaba solo y dónde vivía. Terminó tomando el té con estas señoras en una cafetería muy coqueta de Malasaña.

4-Me mandó un mensaje por correo, uno de verdad, no un mail, donde decía que Madrid le gustaba más que Barcelona y que su barrio preferido era Salamanca. También aseguraba que había visto al rey y que algunas hojas de los árboles del parque del retiro se pueden comer. Por último, me pidió que le mandara guita para ir a ver al Real Madrid en un partido de Champions.

5-Parece que en la librería se porta bien y que toma seis o siete cafés con leche al día. Le gusta sentarse a la mesa junto a la ventana de la vidriera y mirar pasar a la gente, que al verlo se asombra y por eso, a veces, afuera se arma una fila como la de un Apple Store cuando sacan a la venta un nuevo cargador. Le dije que si no quiere leer a escritores de Latinoamérica al menos cubra la portada del best seller con un libro de nuestro catálogo porque de lo contrario nuestros clientes se van a pensar cualquier cosa. Dijo que bueno. En realidad dijo: wwhhhuueeoooooooo.

6-Un día decidió que quería tomar el metro pero se equivocó y bajó a un estacionamiento. Estuvo dando vueltas durante varias horas hasta que alguien avisó a la policía al pensar que se trataba de un ladrón de autos. Otra vez a la comisaría, pero esta vez no lo retuvieron porque no había hecho nada malo.

7-Se sentó en la terraza de un restaurant de La latina y en menos de media hora se comió cincuenta y siete croquetas. Todas de jamón. Se levantó y se fue sin pagar. No lo hizo a propósito. Cada tanto se olvida o no se da cuenta de que todo se paga, que todo cuesta. Cuando uno de los mozos, un valiente, salió a buscarlo, Latinstein pensó que este pobre hombre le iba a robar los zapatos y lo levantó del cuello. Otra vez la policía y que esta sea la última vez que lo vemos por aquí. La próxima, calabozo o se va de la ciudad.

¡Calabozo, por Dios, calabozo!

8-Se cortó el pelo enfrente de la librería y varios testigos afirman haberlo visto volver a la Lata con los zapatos en la mano ¿Se hizo los pies? Para molestarlo le pregunté: Latinstein, ¿es cierto que te hiciste la manicura? Me cortó.

9-Un día le enseñaron a servir cerveza y lo pusieron a trabajar detrás de la barra. A eso de las tres de la tarde una chica pidió una birra. Bajo el chorro de cerveza, con sus manos de Vallejo, Latinstein rompió catorce vasos al hilo al apretarlos demasiado fuerte. Lo peor de todo, le dijo a la clienta: son veintiocho euros.

Rápido para los mandados.

10-Me mandó otra carta diciendo que quería volver en business. Le dije que eso era una estupidez, que en el Ave no hay demasiada diferencia entre turista y business. Se puso firme y en otra carta escribió: business o no vuelvo.

(Esta es la mía, pensé. Sin embargo no pude. Debe ser como cuando en las películas alguien intenta abandonar a un animal conflictivo en un parque y al final no se anima. Imaginé sus ojos de Rulfo y el corazón se me partió al medio. Tuve que sacarle business).

11-Lo fui a buscar a Sants. Todavía se pierde y no le gustan los taxis.

– ¿Así que Madrid te gustó más que Barcelona?
– Ese pensamiento rondó mi mente durante los primeros días, lleno de estímulos nuevos y otros estilos de arquitectura. Pero con el pasar del tiempo, que todo lo pone en su lugar, debo reconocer que Barcelona es más que un club.
– Ehh ¿Estás hablando de la ciudad o del equipo de fútbol?
– wwhhhuueeoooo

Se te extrañaba, Latinstein.
Benvingut