Capítulos que se le olvidaron a Cervantes

El escritor ecuatoriano Juan Montalvo nos avisa en el título del prólogo de esta obra su intención de escribir un “Ensayo de imitación de un libro inimitable”.

Emular, que no copiar o imitar, es lo que “humildemente” se propone Montalvo al resucitar a Don Quijote y a su escudero, y lanzarlos a vagar nuevamente por la Península en busca de aventuras con gigantes, caballeros y seres encantados.

Adelantándose a Pierre Menard siguió, sin embargo, los mismos métodos que el personaje de Borges para sustituir a Cervantes, redactar lo que le faltaba a su magna obra y seguir, no obstante, siendo Juan Montalvo y llegar al «Quijote».

En los «Capítulos que se le olvidaron a Cervantes» encontramos una mezcla de las innumerables tendencias personales de su autor: amor a los clásicos, veneración y culto por la lengua española, sentido ético y moral de la vida humana, espíritu combativo, estilo ensayístico con incursiones en la poesía y la narrativa, quijotismo personal, deseo de un mundo mejor, crítica de ciertas posturas políticas y religiosas, humor castellano popular, derroche de erudición y capacidad para la digresión.

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