Rosas negras

Poeta de la intensidad, de la tortura, del eros estéril y de la nostalgia célica, trata siempre de retratar al personaje que trabajó con tanto o más cariño que sus propios poemas.

Maldito por vocación y temperamento, Barba-Jacob es un poeta raro entre los nuestros, trasnochado y actual, buscador de la vida y adorador de la destrucción, atormentado, insatisfecho, atrevido, que nos muestra -como pocos- de qué manera la vida salva al arte (sin vivir es casi imposible escribir) y de qué manera, asimismo, el arte construye y da razón a la vida.

Ojalá Porfirio Barba-Jacob, en su infierno de marineros adolescentes y marihuana fresca, siga siendo, para pocos, el marginado que quiso siempre ser.

O sea, el intransigente, el absoluto, el limpio, entre la natural y vital impureza.

Luis Antonio de Villena

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