Soñó con la chica que robaba un caballo

“—Yo iba en aquellos trenes.

Había hecho una pausa dramática, mirando fijamente a la punta de los zapatos, se había mordido el labio y había añadido: —Lo vi todo.

Y después: —Fue horrible.

Y aún había añadido más: —Me salvé.

Pero en realidad no me salvé.

No sé si me entiendes.

Tuvo que gritarle.

Quiso zarandearla.

¿Cómo se le había ocurrido contarle eso a la psiquiatra? Su amiga se quedó pálida, muy seria.

Perdió la mirada a lo lejos, prendida de otro pensamiento.” Soñó con la chica que robaba un caballo narra a trompicones la memoria de los años que fueron de la Guerra de Irak hasta los tiempos previos a la pandemia, descubriéndonos la educación sentimental y la toma de conciencia política de una generación como lo que es: un proceso mucho más enrevesado, inconcluso y ambiguo de lo que siempre nos han contado.

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Sin existencias