Civilización o barbarie. “Vikinga Bonsái”, de Ana Ojeda

Por Anna Ferrer

 

Ana Ojeda (Buenos Aires, 1979), escritora y editora argentina, abre su última novela evocando al Facundo de Sarmiento, ¿civilización o barbarie? Vikinga Bonsái o Bombay vive en el barrio porteño de Boedo junto a Maridito y Pequeña Montaña, su hijo adolescente. Esa semana, el padre, oportuno, está de viaje en la selva paraguaya, prácticamente incomunicado. Vikinga, pues, debe llevar al chico a la escuela y a extraescolares varios, encargarse del hogar, de las comidas e ir a trabajar. Pese al ajetreo y al constante no parar, el primer día ya se organiza una cena con las Apocalipsicadas, su grupo de amigas. Una cena en su piso que colapsa y termina con la ruptura de la rutina diaria de todas ellas. A la luz de los sucesos, todas las mujeres y sus respectivos hijos se instalan en la casa de Vikinga para enfrentar la situación.

Los protagonistas, aunque cada uno con sus excentricidades, se disgregan en dos grupos: “les adultes y les niñes”. Las primeras emergen como un personaje coral que, si bien da la sensación de ser antiheróico, encarna la heroicidad cotidiana de las mujeres de clase media. Búsqueda de empleo, búsqueda de salud, búsqueda de aprobación, de soluciones y sobre todo de tiempo. En una novela en la que los hombres se desentienden de los problemas y apenas hacen acto de presencia, las Apocalipsicadas son quienes velan por mantener una paz en medio del desconcierto. Los críos, a su vez, constituyen un grupo de pequeños rebeldes ajenos al peligro y a lo que no sea juego y diversión. Estos dos clanes se establecen en un orden que oscila entre el de un colectivo asambleario y el de un campamento de críos asilvestrados. Junto a Lepanto, un perro que en ocasiones se convierte en moneda de cambio, las dos cédulas intentan convivir en el espacio doméstico mientras buscan cómo resolver la situación, o esperan a que todo se resuelva solo.

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