Anecdotario de un librero

Me aspiré tres rayas de Paracetamol y salí a buscar locos por el barrio. En cuestión de minutos volví con cinco. Les compré un café y les expliqué las tareas con las que podrían ayudarnos.
Vos, ¿cómo te llamas? Rayo. Ok, Rayo, quiero que hables con la gente, que le cuentes acerca de tu vida y después de dos o tres historias le recomiendes un libro que se parezca a una de tus anécdotas.
Vos, ¿cuál es tu nombre? Mayonesa. Buen nombre. Mayonesa, te pido que me ayudes a organizar los talleres que hacemos en el piso de arriba. Es cuestión de poner sillas, mover los libros de la mesa y recibir con amabilidad a la gente.
Tu nombre, por favor. Pedroojosdelaguna. Tremendo ¿Te puedo decir Pedro? No. Ok. Pedroojosdelaguna, vos vas a cerrar la caja. Todos los días, unos minutos después del horario de cierre, se cuentan los billetes y las monedas del cajón. De esta forma…a la mierda. Vámonos de acá. Lu, vuelvo en un rato.
Fuimos a conocer la casa de cada uno de ellos. Y al final la mía, que era la más luminosa, pero no la más grande ni la más llamativa. Todos tomaron té, salvo Pedroojosdelaguna, que pidió Aquarius de naranja. Les prometí que esa historia, la nuestra, un día sería una novela.
Por ahora, me ayudan en las tareas de cada día, la indomable rutina de la mayoría de los trabajos que existen en el mundo. De paso, me digo, hago una acción de bien con la gente más necesitada del barrio. No lo hago por ahorrar dinero, de algún modo, que no voy a explicar aquí, les pago, ni por lo que pueda llegar a decir la gente; ya estoy grande para ponerme contento o para sufrir por lo que piensan los demás. Yo también tengo momentos de locura, hablo solo y me enojo demasiado, solo que nunca caí en la adicción del alcohol o de la heroína. Además, Latinstein se fue a dar la vuelta en moto por Latinoamérica, a lo Che Guevara, aunque no creo que termine involucrado en una revolución, pero quién sabe.
Lo que me interesa es que lean literatura de esa parte del mundo y en sus mentes perturbadas, cada tanto, se encienda una luz que les permita ver Comala, los rasgos de Beatriz o el desembarco de Gombrowickz en el puerto de Buenos Aires. Y lo más importante, ahora van a mear al baño y no a la esquina.

 

Ilustración: @twopiruben