Quema presenta el final del mundo, una novela post apocalíptica, donde una plaga de origen desconocido ha destruido la civilización tal y como era.
Los personajes se refieren a dicha catástrofe como el «mal», pero ninguno llega a identificar sus causas o el efecto real que produjo en el mundo.
La devastación es profunda y ha dejado el mundo en un estado primitivo, donde la gente lucha por sobrevivir a la escasez de alimentos y la desconexión humana.
Los lazos familiares y de amistad han dejado de existir, sustituidos por relaciones de interés: cada persona sirve a un fin.
El amor y el odio forman parte del pasado, del mismo modo que los objetos ornamentales y las instituciones.