Pablo Katchadjian: una introducción a la escritura fluida

Por F. Xavier Manuel

 

Un meteorito mutante llamado Pablo Katchadjan impactó el año pasado en Barcelona por obra y gracia de Hurtado y Ortega: un par de editores locuelos con el objetivo de publicar en nuestras tierras TODA su obra dentro de la Biblioteca K. ¿Y quién es K? Un argentino de ascendencia armenia y bigotes retorcidos obsesionado con Heinrich von Kleist, la vibración de las palabras, y la tensión entre lo cómico y lo trágico, siempre superpuestos. 

Leer a Katchadjian (y he leído casi todo lo que le han publicado aquí y allá) es recordar que la narrativa no tiene por qué tener un plan maestro, ni una estructura férrea, ni una utilidad programada para hablar de Cosas Importantes. Los temas ya se infieren desde la forma, y la ética y la política manan de lo absurdo. Sus libros experimentales bosquejan personajes en constante movimiento por tramas escherianas (una cinta de Moebius, una peripecia sin fin, una espiral de paradojas). De hecho, el orden cronológico de publicación es perfecto para iniciarse:

 

  • “Estamos Alberto y yo enseñando en un aula de una universidad inglesa cuando un alumno, con tono agresivo, nos pregunta: cuando los filósofos hablan, ¿lo que dicen es cierto o se trata de un doble?” Qué hacer (2010) es una aventura divertidísima con lógica de sueño febril, combinando personajes y escenas y tropos de cincuenta formas distintas hasta llegar a un cul-de-sac filosófico.

 

  • “El movimiento es lo único que se puede leer. Un movimiento ambivalente. Y la ambivalencia es la ventana por la que entran los espíritus.” En Tres cuentos espirituales (2019) se narran tres historias de transformación sin punto y final. Unos sicarios que se vuelven músicos, un ayudante de un gigante que acaba siendo asimilado, y un santo perseguido que se hace librero. Todos ellos han perdido el norte y, de hecho, todos lo perdemos, y no pasa nada.

 

  • “Amado Señor: Me pediste que te diera explicaciones sobre lo que estaba haciendo, pero tengo que decirte que en verdad no sé qué es lo que estoy haciendo.” Amado Señor (2020) es un epistolario metapersonal de confesiones y razonamientos dirigidos a un dios multiforme (murciélago, sedimentación, mata de cactus, relámpago, cuchillo) que nunca responde. Ni falta que hace.