Reseñas: Lata Peinada

Abrimos nuestro espacio de reseñas con el comentario sobre Lata Peinada, la novela de Ricardo Zelarayán de la que tomamos el nombre. Una reseña de nuestra directora y una reseña de nuestra clienta que primero compró Lata Peinada, Ángeles Moreno.

Lata Peinada: la escritura de un escuchón

por Paula Vázquez

En las solapas de sus –pocos- libros publicados en vida, Ricardo Zelarayán se presentaba como: “Narrador, poeta y panfletista anónimo (verborrágico y sordo). Entrerriano de nacimiento y para siempre salteño-tucumano de tradición y santiagueño de vocación, exiliado desde hace años en Buenos Aires. Conserva intacta pues su cuota de provinciano resentido y, según él, mantiene firme su condición de marginal casi inédito”.

Así como esquivó la inmovilidad de las etiquetas identitarias, también rehuyó los canales de la literatura de sus contemporáneos, para poner al lenguaje en el núcleo de su escritura.

Lata Peinada es su obra incumplida, la última que sobrevivió al mito de las novelas perdidas y recomenzadas en el flujo de las mil mudanzas de su autor.  Si el estilo puede ser considerado anterior a la escritura, de origen más visceral y por eso ajeno a la conciencia, eso es lo que encontramos en Lata Peinada: el tono de una obra, su respiración, su cadencia, un repertorio de obsesiones, una una ética de la escritura: una verdad que el lenguaje persigue más allá de la voluntad o los deseos del autor.

Las respiraciones, los furcios, los silencios, los modismos regionales, la sonoridad de la lengua hablada son los restos con los que Zelarayán compone Lata Peinada. Apela a la saturación, a la repetición, unta uno sobre otro esos restos de lenguaje y atiborra la página, capa sobre capa, del barro del escuchón.    Los fragmentos recuperados de esta novela podrían incluirse como parte de su Poesía reunida: sería posible intercambiar el orden de los pasajes, empezar de atrás hacia delante, la clave del texto no se encuentra en ninguna de las estructuras lineales con las que solemos abordar el libro como objeto. Su trabajo con el lenguaje es a tumba abierta, sin objetivo, sin horizonte: “cuando hay plan, el texto fracasa”, puede leerse en una de las entrevistas que cierran la edición de “Lata Peinada”.

Al lector sólo le queda asumir el riesgo de la turbulencia de la lengua, movediza como piel de caballo sacudiéndose las moscas, de esas frases de arranque que preparan un clima que nunca se resuelve, de no poder dar cuenta de lo que se ha leído.

 

Lata Peinada: Quin misteri guarda un llibre inconclús?

Por Àngels Moreno

(Catalán)

Quin misteri guarda un llibre inconclús? A què es deu aquest magnetisme per les seves reiteracions, les seves caigudes, les seves escenes abruptament extingides? Autor de cinc llibres, Ricardo Zelarayán s’erigeix dins del grup d’aquells escriptors perifèrics que defugen cànons i acadèmies. La seva obra obre una cosmovisió del carrer i els seus racons, del nord argentí,  tot recorrent al llenguatge popular i al costumisme. El seu discurs és àgil, potser a vegades balla entre la resignació i el sarcasme. La seva obra ha de llegir-se com un flux continu, la visió rica d’algú en continu moviment.

En Lata peinada, la seva última obra, la inacabada, a més d’oferir al lector aquest món seu propi del quotidià i el mundà que es decanta tantes vegades cap al lirisme, es percep la lluita constant entre l’autor i una obra que, pel que fos, se li escapa de les mans. Potser aquesta és la clau d’aquest parany fragmentari que el lector visita i revisita: la lucidesa, i la poesia barrejats amb els quefers d’uns personatges que aparenten ser el mateix són la petjada textual de la mateixa contradicció de la vida. Aquests salts, aquests esquinçaments de qualsevol fil narratiu que vulgui apuntar el cap, aquí queden anul·lats per un pensament que recull imatges i discursos, els cabdella i esmicola. Llunyanament, almenys en la forma, recorda Lata peinada al Cómico de la lengua de Néstor Sánchez – salvant les distàncies entre dos estils polaritzats, Zelarayán transparent i Sánchez críptic-, una bogeria sintàctica que al final no deixa de ser sinó una inspecció cap al misteri, en realitat una cerca del fil, del referent, d’alguna cosa que lligui i uneixi la diversitat d’experiències i el pensament que no deixa de saltar.

En el llibre de Zelarayán es troben passatges d’un estil impecable per aquella manera tan pròpia d’entendre la literatura com un tipus de flux del discurs sense límits amb un ús dels registres locals i una prosa que gairebé és poema i és cançó. Aquesta novel·la que va ser finalment abandonada pel seu autor per ser un animal indòmit, una “lata que no se deja peinar”, és una geografia de desencontres i de probabilitats, d’identitats, on l’autor juga als heterònims, a la pluralitat i la dispersió dels fets que no s’atura i demana més i més en aquesta barreja poètica d’una mena de realisme màgic amarg i la percepció poètica de l’existència. Així, des de moments magistrals de la Lata, com ara “En el amor no hay hueso”, o “Hay noches que se hunden hasta el fondo de la tierra” potser imaginar una solitud extrema i la seva percepció dolorosa, o potser un exili, o potser l’abandó o la fugida, potser l’amor a la vida, aquest Personatge Únic de cares múltiples, aquest deixar-se sorprendre pel misteri i els seus fils, en paraules de Zelarayán, contra la desacralització del referent a conseqüència de la postmodernitat.

 

Lata Peinada: ¿Qué misterio guarda un libro inconcluso?

Por Àngels Moreno

(Castellano)

¿Qué misterio guarda un libro inconcluso? ¿A qué se debe ese magnetismo por sus reiteraciones, sus caídas, sus escenas abruptamente extinguidas? Autor de cinco libros, Ricardo Zelarayán se erige dentro del cupo de aquellos escritores periféricos que rehuyen cánones y academias. Su obra abre una cosmovisión de la calle y sus recodos, del norte argentino, recurriendo al lenguaje popular y al costumbrismo. Su discurso es ágil, quizás a veces baila entre la resignación y el sarcasmo. Su obra ha de leerse como un fluyo continuo, la visión rica de alguien en continuo movimiento.

En Lata Peinada, su última obra, la inacabada, además de ofrecer al lector este mundo suyo propio de lo cotidiano y lo mundano que se deslinda tantas veces hacia el lirismo, se percibe la lucha constante entre el autor y una obra que por lo que fuere, se le escapa de las manos. Quizás ésa sea la clave de esa trampa fragmentaria que el lector visita y revisita: la lucidez, la poesía entremezclados con los quehaceres de unos personajes que aparentan ser el mismo son la huella textual de la misma contradicción de la vida. Esos saltos, esos desgarros de cualquier hilo narrativo que quiera asomar la cabeza, aquí quedan anulados por un pensamiento que recoge imágenes y discursos, los ovilla y desmenuza. Lejanamente, al menos en la forma, recuerda Lata Peinada al Cómico de la lengua de Néstor Sánchez – salvando las distancias entre dos estilos polarizados, Zelarayán transparente y Sánchez críptico-, una locura sintáctica que al final no deja de ser sino una inspección hacia el misterio, en realidad una búsqueda del hilo, del referente, de algo que ate y una la diversidad de experiencias y el pensamiento que no deja de saltar.

En el libro de Zelarayán se encuentran pasajes de un estilo impecable por aquella manera tan propia de entender la literatura como un tipo de flujo del discurso sin límites con un uso de los registros locales y una prosa que casi es poema y es canción. Esta novela que fue finalmente abandonada por su autor por ser un animal indómito, una “lata que no se deja peinar” es una geografía de desencuentros y de probabilidades, de identidades, donde el autor juega a los heterónimos, a la pluralidad y la dispersión de los hechos que no se detiene, es exigente, pide más y más en esta mezcla poética de un tipo de realismo mágico amargo y la percepción poética de la existencia. Así, desde momentos magistrales de la Lata como “En el amor no hay hueso, o “Hay noches que se hunden hasta el fondo de la tierra”, quizás imaginar una soledad extrema y su percepción dolorosa, o quizás un exilio, o quizás el abandono o la fuga, quizás el amor a la vida, este Personaje Único de caras múltiples, este dejarse sorprender por el misterio y sus hilos, en palabras de Zelarayán, contra la desacralización del referente que nos viene de la posmodernidad.